El pasado Halloween nos dejó infinidad de imágenes de personas disfrazadas y celebrando, pero ninguna como los niños que se hicieron fotos personificando al fiscal José Domingo Pérez. En sobrios trajes grises de oficina, camisa blanca y corbata roja, canas pintadas y lentes a lo Clark Kent, estos infantes salieron a pedir caramelos, muy empoderados, seguramente, pero también nos dejaron algunos memes de preocupación con el retrato paródico –y preocupante– del estado crítico de la justicia en el Perú.
Lejos de menguar, la parodia se ha desbordado estos días con la acción que el ex presidente Alan García ha tomado ante el inicio de las investigaciones en su contra. García, investigado por presuntos sobornos recibidos dentro del Caso Odebrecht, ha optado por pedir asilo a la Embajada de Uruguay argumentando “persecución política” (…), escribe Raúl Castro, director de la carrera de Comunicación de la Universidad Científica del Sur.
Con todo ello, se puede decir que la percepción de la justicia se ha personalizado en el Perú, y en tanto hasta hoy el oficio de Pérez, Vela y los otros fiscales se ha dado en forma proba, seguramente seguirán siendo los populares memes que encarnen la esperanza del ciudadano común. En ese carisma radica su superpoder, pero también la debilidad de un sistema que no puede, ni debe, basarse en personas con nombre propio.
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