¿Puede la vegetación altoandina ayudar a que Lima no se quede sin agua en época seca? La respuesta es sí, y está respaldada por evidencia científica. Un estudio pionero liderado por el profesor Alfredo Salinas-Castro de nuestra universidad, en colaboración con el Dr. Alberto Santillán-Fernández del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías de México (CONAHCyT), revela cómo la infraestructura natural puede desempeñar un papel clave para asegurar el recurso hídrico de Lima, especialmente durante la temporada seca.
Desde junio de 2025, los resultados de esta investigación están disponibles públicamente en el repositorio académico de la Universidad Internacional Iberoamericana (UNINI México) y pueden consultarse en el siguiente enlace: https://repositorio.unini.edu.mx/id/eprint/14531/. Mediante el uso de modelos hidrológicos de alta precisión, como RIOS (Resource Investment Optimization System) y SWAT (Soil and Water Assessment Tool), se analizaron tres escenarios de restauración ecológica en los ecosistemas altoandinos del Rímac, entre los años 2011 y 2016. Estas simulaciones incluyeron intervenciones en áreas que van desde 2,826 hasta 10,720 hectáreas, abarcando pajonales y arbustales nativos, con el objetivo de evaluar su impacto en la regulación hídrica.
Los resultados fueron contundentes: todos los escenarios modelados mostraron un incremento del caudal base del río Rímac, especialmente en los meses secos. Es decir, recuperar y proteger la vegetación nativa permite almacenar e infiltrar agua naturalmente, funcionando como una especie de “infraestructura viva” que complementa —e incluso supera, en algunos aspectos— a las obras de infraestructura gris, como represas o canales.
Estas Soluciones Basadas en la Naturaleza (SbN) destacan por su bajo costo, mínimo impacto negativo y alto valor ambiental y social. A diferencia de las obras convencionales que pueden fragmentar ecosistemas o desplazar comunidades, las SbN restauran procesos ecológicos esenciales y fomentan el equilibrio entre desarrollo y conservación.
El estudio no solo refuerza el valor de los ecosistemas altoandinos en la seguridad hídrica de Lima, sino que también nos posiciona como un actor relevante en investigación aplicada al cambio climático, la gestión sostenible del agua y la planificación territorial con enfoque ecológico. “Demostrar que la ciencia puede ofrecer respuestas concretas a desafíos como el acceso al agua potable es uno de los mayores logros de este trabajo”, afirmó el profesor Salinas.
Además de los autores principales, la investigación contó con la participación y aporte de entidades clave como el SENAMHI, la Autoridad Nacional del Agua (ANA) y la base de datos climática PISCO, que facilitaron insumos técnicos para las simulaciones.
En un contexto de creciente estrés hídrico y degradación de fuentes naturales, este estudio ofrece una ruta concreta hacia la resiliencia, alineada con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y las estrategias globales de conservación ambiental.
En resumen, se trata de una iniciativa que demuestra cómo la ciencia, cuando se vincula con el territorio y los desafíos locales, puede ser una herramienta poderosa de transformación, generando conocimiento útil, oportunidades de formación y soluciones de alto impacto para la sociedad y el ambiente.
Este tipo de investigaciones no solo fortalecen la evidencia científica, sino que también abren nuevas oportunidades para políticas públicas más justas, inversiones estratégicas y educación ambiental en todos los niveles.