Oscar Sumar, director de la carrera de Derecho en Científica, escribió una columna de opinión para el portal del Instituto Independiente, sobre las medidas que realiza Suecia ante la pandemia el Covid-19 y el efecto que estas acciones tienen antes la economía que establece en ese país.
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Un hecho que se pierde de vista es que Suecia ha parado buena parte de su economía, como cualquier país. Sus pérdidas proyectadas del PBI son comparables a las de otros países (3.4%, comparado al 5.5% de la euro zona, pero 2.9% en USA). Sin embargo, lo importante es su enfoque: ellos han decidido dejar la respuesta en manos de las personas, no obligándolas a permanecer en casa. Esto no solo es valioso en principio, sino que es un enfoque que permite sostenibilidad en el tiempo y un mejor balance de los costos totales de la pandemia.
Como ya hemos dicho, los suecos han proyectado una contracción de 3.4% de su PBI este año. ¿Cómo es esto posible? ¿No se supone que una política como la sueca balancea entre costos de corto plazo (muertes hoy) por largo plazo (muertes mañana: reducción del PBI)? La aproximación sueca sí balancea costos, pero eso no quiere decir que se evitará la contracción del PBI.
Su política está pensada para ser más sostenible en el tiempo, pero no pensando principalmente en la economía. De hecho, el propio epidemiólogo jefe de Suecia lo dijo en este podcast para PRN: la estrategia sueca piensa en temas de salud, no en la economía principalmente. Por un lado, los suecos están contando otros costos asociados a la cuarentena que otros países parecen pasar por alto (por ejemplo, el impacto a largo plazo de la pérdida de un año escolar). Por otro, ellos consideran que esta estrategia es mejor en términos de salud, pues permite que la sociedad alcance la herd immunity que hará que las siguientes “olas” de infectados no sean tan graves. Además, simplemente, consideran que es imposible mantener su economía cerrada de forma estricta por mucho tiempo, considerando los costos económicos y políticos de esto (incluso en USA, ya han empezado las protestas sociales).
Esto no es -suponemos- porque a los suecos no les importe tanto la economía, sino porque abrir o cerrar la economía, en gran extensión, no depende de ellos y -quizá- simplemente no sea la mejor estrategia en términos de costos y beneficios. Además, buena parte de la contracción del PBI se explicará en la reacción de otros países, que no depende de los suecos, y que generará reducciones sustanciales en el comercio exterior.
Los suecos han sugerido a sus ciudadanos no salir, en lugar de obligarlos a no salir. Eso nos dice, al menos, dos cosas: i) los suecos reconocen que lo mejor es no salir; pero, ii) los suecos también reconocen la importancia de la libertad, sumado a la evaluación pragmática de los beneficios de este enfoque.
¿Por qué es tan difícil para otros países seguir el modelo sueco?
Por un lado, el alarmismo (incluyendo proyecciones exageradas de cantidad de muertos) que ha caracterizado esta pandemia ha alimentado un tipo de política extremista, que no ve como posible un punto medio entre cerrar su economía o no hacer nada. Esta incapacidad de ver el punto medio, incluso, ha estado alimentada por estudios científicos hechos con un sesgo médico, dejando de lado disciplinas más orientadas por la economía, como las políticas públicas. En economía, se estudia -más temprano que tarde- que el número óptimo de un mal (incluyendo el covid-19) no es cero. Existen costos derivados tanto del virus como de combatir el virus, por lo que se debe buscar el mejor balance entre los costos, no solo intentar reducir uno de ellos a su mínima expresión.
Por otro lado, las personas tenemos una dificultad para apreciar correctamente los costos de largo plazo. Eso es verdad en temas económicos (y la principal justificación para los modelos de ahorro obligatorio) y políticos. Por esto, los políticos tendrán un incentivo para enfocarse en políticas de corto plazo, versus las de largo plazo, porque recibirán mayor reconocimiento. Además, será más difícil establecer la causalidad sobre los costos de largo plazo. Finalmente, los costos de largo plazo serán problema del siguiente gobierno.
Por esto, si bien la aproximación sueca no nos lleva a una situación ideal (cualquier medida, por más buena que sea, solo será marginalmente mejor que otras), sí demuestra una madurez política y entendimiento de costos, que es admirable y compatible con los indicadores de su país en temas como democracia, educación y bienestar en general.