El 23 de junio de 2016 los británicos, con un pequeño margen, votaron por salir de la Unión Europea (UE). David Cameron, el dueño de la idea del referéndum, ni en sus sueños más surrealistas pudo imaginar un resultado similar. Esta consulta popular quedará registrada como una de las decisiones políticas más controvertidas de la historia europea (léase “error monumental”). El primer ministro luego del aturdimiento y la sorpresa, se vio obligado a renunciar. Y desde ese momento el Reino Unido (RU) se encuentra a la deriva.
El poder en la sombra: La sucesora de Cameron, Theresa May, convocó elecciones para reforzar la mayoría del partido conservador pero las elecciones le fueron adversas y perdió la mayoría por 8 escaños. Esto la obligó a buscar el apoyo del Partido Unionista Democrático, un partido ultra conservador de Irlanda del Norte; protestante, anti-aborto, anti-gay y en contra de una Irlanda unida. Y es este pequeño partido el que ha estado empujando, por intereses políticos y económicos, la idea de salir sin acuerdo.
Posición Europea: En el 2018 la UE llegó a un acuerdo de salida con May en el cual se establecieron los términos de una separación ordenada y progresiva; incluyendo un periodo de transición hasta finales del 2020 que permita al RU seguir con vínculos con la UE mientras se negocian acuerdos permanentes. Pero acá viene el kid del asunto: El acuerdo de salida también asegura que no se crearán fronteras físicas entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda con la finalidad de mantener el libre movimiento de ciudadanos irlandeses y la paz lograda luego de muchos años de violencia fratricida. A esta condición se le conoce como “La Salvaguarda Irlandesa”, algo que ni el gobierno ni su socio ultra-conservador están dispuestos a aceptar porque obligaría a Irlanda del Norte a continuar el vínculo con la UE.
Rechazo al Acuerdo: Este acuerdo debía ser ratificado por el parlamento británico, pero fue rechazado tres veces. May con lágrimas de frustración renunció y el ex - alcalde de Londres, Boris Johnson, conocido por su línea dura y oratoria grandilocuente fue elegido primer ministro. Johnson, cual kamikaze japonés, está presto a desvincularse de la UE sin ningún acuerdo arrastrando a su país y a todo el bloque europeo al escenario menos deseable y más incierto.
Este artículo pretende resumir la situación crítica en la que se encuentra el Reino Unido a causa del inminente Brexit sin acuerdo.
¿Qué perderían los británicos?
Veo pocos beneficios en una salida sin acuerdo (a diferencia de la salida propuesta por la UE). Sin embargo, las desventajas abundan. Listaré las más preocupantes:
· Renegociación Cuesta Arriba: El RU perdería la posibilidad de obtener un periodo de transición e inmediatamente sus productos tendrían que pagar aranceles provocando que pierdan competitividad. Una salida sin acuerdo convertirá al RU en un país “fuera del club” y complicaría sustancialmente las negociaciones comerciales con el bloque.
· Comenzar de Cero: Se perderían muchos de los acuerdos con países que no están en la UE (Por ejemplo, el Perú). El RU tendría que negociar acuerdos desde cero y eso le tomará mucho tiempo.
· Impacto empresarial: El shock que una salida sin acuerdo causaría en las empresas inglesas (sobre todo en las Mypes) será telúrico por decir lo menos. El gobierno deberá concentrar su atención en apoyar a las empresas con asesoría y financiamiento, así como crear los incentivos para que las firmas extranjeras no dejen la isla. Un estudio elaborado por la Universidad de Leuven (*) estima que solo en el RU se perderían más de 526,000 empleos (y 1.2 millones en Europa).
· Riesgos en Casa: La demanda de ayuda financiera a Londres aumentará a medida que Escocia, Gales e Irlanda del Norte exijan paquetes económicos que contrarresten el impacto de un acuerdo sin salida en sus economías.
· Tensión en Irlanda: Los irlandeses del norte votaron por permanecer en la UE (56%). Una salida sin acuerdo sería un penoso retroceso en el proceso de paz, comercio y tránsito libre que hasta ahora impera en las dos Irlandas. Solo en la República de Irlanda, se estima que se perderían más de 50 mil empleos.
La economía del RU se contrajo 0.2% en el segundo trimestre del 2019 representando la primera contracción desde el año 2012. Una salida sin acuerdo no haría más que hundir al RU en una recesión y agudizar los efectos de la onda expansiva sobre el resto de países, tanto del bloque europeo como del mundo.
La suspensión del parlamento por cinco semanas y la reapertura de este por orden de la presidente de la Corte Suprema, ponen en aprietos los planes de Boris Johnson. Una ley aprobada por mayoría busca evitar una salida sin acuerdo. Esta ley requiere que uno de dos escenarios ocurra: a) que se llegue a un acuerdo aprobado por el parlamento o b) que se vote a favor de una salida sin acuerdo. Si no ocurre ninguno de estos escenarios antes del 19 de Octubre, Boris Johnson deberá solicitar una prórroga de 3 meses más para salir de la UE.
Pero, si esto se llega a dar, ¿los países europeos aceptaran la prórroga? y si la aceptan ¿qué ocurrirá después de los tres meses? La incertidumbre, sigue siendo la única constante en esta aventura británica.